Déjate llevar por el vórtice

Vórtice: “Remolino de viento o aire (energía) que avanza rápidamente y levanta a su paso polvo o materias poco pesadas.” (RAE, 2018).

Vórtice es mi palabra del momento, me ha llegado de distintas fuentes, es una definición que describe a San Cristóbal de las Casas.

El día de ayer hablé con un amigo, quién me dijo que esta ciudad posee esta característica, ya que está rodeada de pirámides Mayas, las cuales son centros energéticos importantes.

Dato Curioso: las pirámides están alineadas con las estrellas. No fueron puestas de forma aleatoria en un lugar del planeta, todo tiene un propósito.

Siento que entré en este vórtice desde que llegué, cada día es una aventura, salgó por la mañana de la casa sin expectativas y al regresar hago un recuento de las personas que conocí, las pláticas que tuve, los eventos espontáneos en los que participé y me parece una locura estar experimentando tantas cosas.

Estoy por cumplir un mes aquí, pero siento que llevo mucho más tiempo. Recuerdo mi estado anímico inicial, lo comparo con el que tengo ahora y el resultado es completamente distinto. Internamente estoy viviendo una pangea, así como la tierra tuvo un cambio drástico en sus placas tectónicas, yo también estoy teniendo reacomodos muy duros.

Es entrar en el remolino energético, dejarme llevar por su fuerza y permitir que elimine los defectos que han cubierto mi esencia. Liberando la plenitud de quien soy.

Una de las cosas que más me ha dolido ver, pero que más me hace cambiar mi estructura interna, es ver con crudeza, situaciones que acarreó como que; yo siempre adjudiqué a Guadalajara mi amargura, falta de libertad y negatividad.

Justamente quería irme a un lugar en dónde no tuviera ningún vínculo para conocer al verdadero Salvador González y ver crudamente lo que se escondía debajo del víctimismo.

Efectivamente queridos lectores, el problema siempre he sido yo, fue soberbio de mi parte querer culpar al exterior. El causante de toda insatisfacción en mi vida, fui yo. Hablo en pasado porque mi trabajo consciente es sanar toda área dañada de mi vida que fue bloqueada por temer al cambio.

La forma de transformar mi experiencia ha sido por medio de salir de mi zona de confort y vivir todo lo que me aterra, porque solo así puedo acceder a escalones más altos de trascendencia.

Me cansé de esconderme, ahora estoy listo para tomar valor, romper con los miedos y abrir las ventanas para que entré la luz.

Una frase importante de la semana fue: “Empodérate, porque cuando crees en ti eres capaz de hacer cualquier cosa”. 

Se los dejo a procesar, deseo de todo corazón queridos lectores, que en mis palabras encuentren claves para resolver sus problemas personales, porque a final de cuentas somos espejos.

Lo que a mi me afecta, a ti también te ha perjudicado, tal vez manifestado de una forma distinta, pero que a final de cuentas es lo mismo.

Gracias por leerme, el hecho de que te tomes el tiempo de leer este texto aporta a que llegue a más personas. Gracias por ser parte del cambio.

 

Un mal menor

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(Tumblr, 2016)

Cuando recibí el conejo era pequeño, esponjoso y tenía una carita que mataba de ternura a cualquier ser humano, le regalé mi jardín para que ahí viviera. Todos los días llenaba su cuenco con agua, le acariciaba y daba los mejores manjares que un animal pudiera desear: frambuesas, mangos, plátanos.

Mi afecto por él fue creciendo hasta llegar a tal grado que sentía un verdadero amor hacia el conejito, le abrazaba y trataba con mucho cariño, el me correspondía lamiendo mi brazo y mirándome con esos tiernos ojos.

Así fue pasando el tiempo hasta que comenzó a devorar las plantas de mi jardín, mis grandiosas flores, los helechos y árboles que con tanto esfuerzo había logrado plantar y cultivar, luego las más pequeñas que eran delicadas y apenas estaban comenzando a crecer.

Ya no respetaba mi espacio y quería tomar como posesión la casa también, me arañaba al querer abrazarlo pero lo que más enojo me provocaba era que detrás de esas horribles acciones, seguía su cara de ternura que hacía más difícil que me enfadara con él.

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(Tumblr, 2016)

Pasaron los meses y yo seguí aguantando sus malas actitudes, fiel al amor que le profesaba todavía le daba deliciosa comida y cuidaba de él. Se convirtió en mi amo y yo su esclavo, temía llegar un poco tarde a la casa porque se podría sentir abandonado. Tenía que despertarme a cierta hora para sacarlo a pasear, sus comidas tenían un horario específico y así con el miedo me hice su esclavo.

Uno podría pensar: ¿Cómo puede ser posible que una criatura que matarías de un pisotón, te controle a ti? Y esa era la misma pregunta que yo me hacía, pero era el miedo que camuflado en amor, me hacía creer que lo que sentía por él era puro y mis acciones estaban justificadas.

Me deprimí, mi piel y cabello perdieron color, dejé de comer y de estar tranquilo. Todo el día sentía la ansiedad de sentir que no hacía lo correcto por el conejo,  que fuera a enojarse conmigo, que le desagradara mi actitud y que un día llegara a la casa a encontrar una carta que dijera: “Me fui ya no te soportaba más”.

Y así fue como pasó, un día al llegar a mi casa y buscar debajo de cada sillón, mesa o mueble y no encontrar rastro del objeto de mi tormento, sentí miedo, terror y pánico. Que poco a poco se convirtió en alivio.

Los primeros días fueron difíciles al perder la costumbre de mi día a día, pero todo era más tranquilo. El estrés disminuyó, volví a comer y mi vitalidad mejoró; pero esto no duró mucho ya que pasadas varias semanas mi pesadilla regresó.

Primero escuche los rasguños en la puerta de la entrada, como si alguien quisiera entrar. Pensé que era un sueño así que me refugié debajo de las sábanas calientes y regresé a la fantasía onírica, pero pasado un rato escuché un ruido en la entrada de mi cuarto y al voltear, ahí estaba el conejo, con esa maléfica mirada que no expresaba nada más que ternura. Esperando a que lo atendiera y lo recibiera de vuelta.

Tristemente eso hice… Mi rutina volvió a ser la misma y toda mi persona decayó de nuevo, en mi mente un pensamiento comenzó a crecer. Al principio era un cosquilleo que con el paso del tiempo se convirtió en un martilleo incesante que me decía, “mátalo, sabes que es la única opción”, yo me negaba a creer en esto. Así que tapaba mis oídos y sofocaba la idea que me acechaba.

Pero no se iba y seguía lastimándome, hasta que un día incapaz de seguir con el parloteo mental, decidí hacer otra cosa para satisfacer mis más oscuros deseos. Tomé al conejo y lo llevé a un bosque.

Me quedé inmóvil unos minutos, que pronto se tornaron en una eternidad, dudé de cometer el acto que me había propuesto; tal vez el conejito no era tan malo como yo creía. Podría cambiar si yo se lo pedía, era tan lindo y bueno. Su pelambre era suave y olía bien.

Book
(Tumblr, 2016)

Logré disipar la incertidumbre que nublaba mi juicio y sin pensarlo dos veces, lo solté y jure no voltear atrás, ni siquiera un segundo por el espejo retrovisor, yo sabía que él iba a encontrar su camino y me sentía agradecido por todo lo aprendido. Derramé una… dos… tres… lágrimas que se convirtieron en un diluvio que inundó mi cara, pero al poco tiempo el alivio me embargo y fue así como cerré el capítulo de un episodio tormentoso de mi vida.