Yo creo que la vida es un flujo de periodos de tiempo que nos hacen crecer, pero hay ciertos momentos, muy específicos en que si estamos más conscientes y los utilizamos a nuestro favor, podemos evolucionar de manera desmesurada. Este verano ha sido una de las etapas más importantes de mi vida, porque me regalé la oportunidad de desarrollarme, decidí que cada momento de mi existencia lo iba a dedicar a abonar a mi progreso personal, porque topé con pared, fue un momento en el que todos mis artilugios para continuar en el camino perdieron su efecto y tuve que enfrentarme ante la cruda realidad, sin ningún arma más que mi ser, pero incapaz de usarlo, ya que no me conocía ni sabía quién era.
Es impresionante como Dios, el universo, o como gusten llamarle, actúa a tu favor y dispone de los elementos que necesitas, cuando estás en sintonía con la vida. Todo comenzó con asistir a la Sagrada Ceremonia de la toma de Ayahuasca, necesitaba algo que me ayudara a romper con esa gran barrera que no me dejaba seguir adelante, la mayor parte de mi vida he estado deprimido y es uno de los peores estados en los que un ser humano se puede encontrar, porque no tienes fuerza ni voluntad para salir de ese agujero, así que decidí someterme a esta antigua medicina, fue una grandísima experiencia, dicen que son treinta años de terapia en una sesión y verdaderamente lo fue, doce horas de una intensa lucha conmigo mismo y mis demonios. Fue el momento en que decidí emprender el viaje a mi muerte, vencer el más grande de los miedos y así; hecho cenizas, incorpóreo decidí nacer, como alguien nuevo, fuerte y con muchas ganas de aportar un granito de arena al mundo.
La cumbre más alta de este periodo fue el viaje que realicé con mi papá a La Baja Sur, porque ninguno de los dos era un campista experimentado, simplemente éramos personas con las ansias de recorrer míticas tierras, y encontrar en nuestro peregrinaje la esencia de la vida. Fueron días difíciles, desde el drástico cambio de clima al que estamos acostumbrados, era tal el calor que varias veces tuvimos que dormir bajo las estrellas y aun así tenías la sensación de estar en una hoguera, pero todo valía la pena al estar rodeado de tanta magia, la naturaleza es el mejor maestro que puede tener el ser humano, y aprender a contemplarla es uno de los mayores regalos que nos podemos dar.
Conocimos playas de una belleza impresionante, nos rodeamos de gente buena y cálida, aprendimos a vivir como nómadas, recuperamos esa naturaleza olvidada, porque los primeros seres humanos, no tenían un hogar e iban deambulando por diferentes locaciones, a merced de las estaciones y el alimento. Pero es impresionante todo lo que uno puede crecer al estar en ese estado, comienzas a entender el desapego, dejas de necesitar gran cantidad de cosas y comprendes que con tener alimento y cobijo no necesitas de otra cosa. Me enseñó la simpleza y a encontrar en ella el milagro de estar vivos, que mientras menos nos complicamos, más obtenemos y apreciamos lo que nos rodea.
Todo culminó con mi estadía en Los Cabos, el lugar donde todo empezó, el lugar al que yo llamo hogar, porque me hace sentir pleno. Pude convivir de nuevo con mi abuelo, una de las personas que más admiro, con Alonso mi tío, que se convirtió en un gran amigo, de Lorenzo su pequeño hijo, que me enseñó a volver a ser niño y de Jos, que me ayudó a volver a ver la vida sin vendas frente a los ojos. Gente con la cual pertenezco a una tribu, con la que realmente siento empatía y una conexión.
Fueron días grandes, de mucha alegría, al igual que dolor y purificación interna. Mucho escribir, mucho descansar y mucho estar en contacto con el mar, que tanto instruye. Todo terminó con una acción que para muchos puede parecer banal, pero tuvo gran significado para mí, cortar mi cabello, después de dos años de dejarlo crecer, decidí deshacerme de todo aquello que fue recogiendo a lo largo de una de las etapas más difíciles de mi existencia, todo para volver a empezar limpio.
Dicen que cada final es un nuevo comienzo y estoy seguro que toda esta gran aventura, es simplemente el nacimiento de muchas más, el inicio de un camino pleno, lleno de amor y crecimiento. Así que en vez de quejarme por todas las cosas negativas que puede tener este lugar, voy a apreciar cada situación que me rodea y encontrar el milagro de la existencia.